Hace algo más de tres años que inicié oficialmente mi vida de mujer inmigrante. Es importante llamar las cosas como son. Trabajo en un espacio internacional en donde interactúo día a día con personas provenientes de distintas culturas y muchas veces, siento como nuestros discursos están llenos de prejuicios, de paternalismo, de discriminaciones, de racismo... todo camuflado en la linda idea de la cooperación, de la colaboración y muchas veces todo me parece simplemente palabras llenas de vacío, de eufemismos que no hacen más que contribuir a la reproducción de desigualdades sociales, de desigualdades políticas y de la perpetuación del poder.
Provengo de un país que ha estado en vías de desarrollo desde que tengo uso de razón, y mientras más entiendo de política, de macroeconomía... más convencida estoy de que es muy difícil que ese "estado" vaya a cambiar algún día si el status quo permanece como tal, si las formas de relacionarnos política y económicamente se mantienen como hasta ahora.
Muchas veces me cuestiono y me llena de dolor el vivir en un territorio en donde hay una gran concentración de poder político y económico. Me duele porque a ratos me digo quizás en mi país podría estar haciendo cosas más concretas para cambiarlo, para mejorarlo, para hacer que tengamos un papel más preponderante dentro de la sociedad global. Y me pregunto al mismo tiempo, ¿por qué tengo que ser yo ese ser que busque hacer dichas transformaciones?
La verdad es que me cuesta aislarme de mi historia personal y evitar contextualizarla en el momento en el cual crecí y en el que hoy me encuentro. Incluso percibo que tengo una especie de "ensalada surtida" en mi cabeza que se compone de muchas ideas, pensamientos, descubrimientos y sentires que hacen que no encuentre exactamente las palabras para expresar con claridad cómo percibo el mundo. Y de qué manera quiero vincularme con él. Me resulta abrumador tratar de iniciar un solo camino a través del cual pueda de alguna manera comenzar a desenredar la maraña de cuestiones que dan vuelta sin cesar dentro de mi cabeza.
Inicié, lo que sea en que se transforme este texto, aludiendo a mi identidad como la de mujer y mujer inmigrante. ¿Por qué considero necesario utilizar dichos adjetivos para identificarme, para clasificarme? Considero que es importante definirnos, pero más que definirnos, situarnos. Ubicarnos dentro de un espacio a través del cual queramos expresarnos. Creo que una de mis clases de metodología de la investigación fue esclarecedora en este punto. No podemos abarcar todo y cuando queremos hablar de algún fenómeno utilizamos un marco teórico para situarnos, para guiarnos en el proceso de investigación, el marco será la referencia desde la cual miraremos un fenómeno determinado, una situación determinada.
Personalmente, identificarme como mujer y como inmigrante, me permite poder situarme y situarles a ustedes, en dicho marco. Marco a través del cual compartiré algunas de mis ideas, vomitaré algunos pensamientos que quizás terminen siendo algo más que aquello. Sobre la capacidad de análisis, aún no estoy segura si logro llegar a complejizar mis ideas para que maduren lo suficiente como para que sea fácil de hacerme entender. Analizar: aún me cuesta aceptar si logro o no hacer ese ejercicio tan complejo.
La verdad es que me pasa que tanto han pesado las limitaciones externas, que presiento que me he creído por mucho tiempo que carezco de voz, de la capacidad de desarrollar ideas y, en definitiva, de expresarlas con claridad. ¿Será tan así? la complejidad y la velocidad con la que mis pensamientos me atraviesan que no me permite seguir por un solo hilo conductor, me genera esa sensación constante de una falta de rigor que me impide ir más allá. Por eso dudo.
Pero me gusta escribir, me gusta pensar que hay alguien por ahí a quien le pueda resultar interesante leerme, que lo que escribo tiene una resonancia, sentido. Incluso si ese alguien es mi yo del futuro, quien se reencuentra con mi versión un poco abrumada por todo la información que toca digerir.
Creo que es momento de adentrarme en esta identidad de mujer que me atribuyo. Qué significa para mi ser mujer. Es más, ser la única mujer entre todos mis hermanos. Quizás, si pienso que lo que escribo llegará a miles de personas, sea necesario hacer una presentación. ¿Qué difícil, no? Soy mujer, chilena, tengo treinta y tres años, soy hermana melliza, tengo tres hermanos más. Mis mapadres están aún vivos.
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