miércoles, 13 de julio de 2016

El primer "Cultural Shock": Bucarest-Cluj


Hace seis meses mi vida era completamente distinta. Figuraba en Temuco, terminando un año muy agotador pero lleno de alegrías, independiente de la pega, tenía una satisfacción personal porque estaba haciendo algo que quería, porque había encontrado mi nichito en la academia. En ese contexto, se abrió un concurso para hacer un semestre en Rumanía como estudiante Erasmus. Postulé, pasé por todo el proceso de selección y fui la escogida. Rumanía, Rumanía... ¿Dónde queda? (Ok, se que es Europa), conocidos me decían: Qué bacán podrás ir a visitar el castillo de Drácula, ten cuidado con los vampiros, ¿Cómo lo harás con el idioma? Chuta, tantas preguntas y yo sin responder a ninguna. Bueno, la ubicación era cosa de googlearla: Europa del Este (no es un dato menor, considerando que cuando pensaba en Europa siempre miré hacia Europa occidental: Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, etc.). Respecto al castillo de Drácula, eh... Bueno aún no lo visito y en cuanto al idioma, siempre lo pensé como algo en lo que eventualmente necesitaré para comprar pan pero no en la U porque mis clases serían todas en inglés (acá los rumanos casi todos hablan inglés, con excepción de los adultos pasados los cuarenta años, ahí empieza a reducirse los angloparlantes). 

Así sin más tuve diciembre, enero y febrero, digamos, para preparar todo, se venía la burocracia chiquillos y vaya que hincha las pelotas el tema del papeleo: por ejemplo, que de una universidad decían una cosa, que de la otra decían otra. Que los pasajes, que los cursos para convalidar, que el pasaporte (sí, me compré el pasaporte con el nuevo valor, la mala cue... porque me costó casi noventa lucas y entre un pasaporte de 32 págs. y uno de 64 la diferencia eran miserables $300). Lo positivo de todo es que no era la única que viajaba, pues, tuve la suerte de viajar con una compañera de universidad. Fue la raja porque nos caímos bien de inmediato, aunque ella pensó que yo era una psicópata, pero eso es otro cuento jajaja.

Un punto que no es menor y que es necesario mencionar: mi experiencia como viajera en el extranjero se remite a una semana en Bariloche (típica gira de estudio) y una semana en Quito (encuentro de estudiantes católicos), por lo que en realidad nunca había estado fuera de nuestra hermosa y maravillosa América Latina (desde que estoy viviendo en Rumanía me he vuelto tan amante de Chile y de América Latina). Entonces, creo que ahora ya he aclarado cosas más o menos generales para contarles el primer choque cultural que experimenté en este hermoso país.

Primero, es necesario señalar que estudiaría en Cluj-Napoca, Transilvania y no en Bucarest (capital). Segundo, el viaje. Fueron dos días completitos, de solo pensarlo me dan ganas de ir a tomar una ducha... Santiago-Buenos Aires, Buenos Aires-Frankfurt, Frankfurt-Bucarest ese fue el viaje en avión y desde Bucarest a Cluj, viaje en bus. Cuando vi el itinerario, pensé "Ok. no es tanto, no creo que sean más de cuatro horas de viaje en bus, pero solo Dios y los rumanos sabían cuán equivocadas estábamos con mi compañera (o colega, como dicen acá).

Empezamos el viaje un día viernes al medio día. Llegamos el sábado a las 1 am (o sea domingo) a Bucarest y teníamos que tomar el bus, que supuestamente lo tomaríamos en el mismo aeropuerto, a las 2:30 am. Cansadas, agotadas, hediondas y con sueño, con mi colega recogimos nuestro equipaje y emprendimos la búsqueda de la famosa estación de buses "dentro del aeropuerto". Preguntamos a los guardias (no hablaban inglés), a la vendedora de pasajes de tren y nadie sabía de ninguna estación de buses "FANY" con buses cuyo destino indicara Cluj-Napoca. Teníamos una referencia, la bendita "Casa Romaneasca" (con alfabeto y acentuación rumana, por supuesto) y claro, efectivamente la casa  existía, fuera del aeropuerto. Fuimos caminando (hacía frío, finales de invierno) y estaba al frente así que con mi compañera nos miramos y dijimos: chucha, hay que hacerlo no más: subir un paso peatonal con maletas para cruzar la carretera. Llegamos y el lugar decía Motel y había gente carreteando. Con luces medias flúor de color rojo que nos dejó la impresión de ser un lugar más para la entretención nocturna masculina que un lugar donde supuestamente debería estar la estación de buses que nos imaginamos con mi colega.  Cuento corto, no existía ninguna estación, nadie hablaba en inglés a esa hora de la noche y nosotras no teníamos ningún contacto con la empresa de buses, solo sabíamos que teníamos una reserva a nuestro nombre, que nos pasarían a buscar a las 2:30 y que no existía la estación, entonces, ¡¿Dónde mierda nos iban a recoger a las 2:30 AM?! Que no cunda el pánico, que regrese la calma, pero entre el frío, el sueño, el hambre y toda la incomodidad de dos días viajando, la calma estaba demasiado lejos como para volver. 

Con mi colega volvimos al aeropuerto, me saltaré la parte del taxi, la parte del caballero que nos ayudó y que sabía francés aparte de rumano, así que hice uso de mi francés con un señor que se notaba tenía un gran corazón. La única solución era contactar a alguien de Cluj para ver qué onda, en nuestros corazones sabíamos que ir a Bucarest, al centro de la ciudad, no era opción. Así que le pedimos el celular al taxista (hueón, yo estaba preocupada de ocupar el crédito del caballero, pero acá es tan barato hablar por teléfono, motivo para "otra entrada") Hablamos con una profe que nos ayudó mucho y que casi nos adoptó. Ella hizo todas las gestiones para que finalmente lográramos tomar el bus. Precisamente era frente a la famosa casa pero en la dirección norte. Nosotras subimos y cruzamos hacia la dirección opuesta.

Finalmente tomamos el bus: noche, frío y con mi colega lloramos (acá no lo mencioné, pero estuvimos bajo un nivel de estrés que no se lo recomiendo a nadie que visita un país y sale de su casa por primera vez). Tiempo estimado de viaje: 10 horas nos indican. ¿Qué?  ¿Por qué? ¡¡¡Si son sólo 400 km aproximadamente!!! Yo no entendía  nada y de noche todo era tan feo, el campo, las montañas, la oscuridad, el frío, entre nos hasta a las personas las encontré con cara de peligrosas, poco amistosas jajaja, pero es la impresión de todos los factores mencionados anteriormente... Qué mierda hacemos tan lejos de casa, eso pensé todo el camino, porque no podía dormir. El bus era un bus clásico SIN BAÑO para 10 horas de viaje. SIN BAÑO. Insisto. Entonces, no se reclinaba casi nada y fue difícil dormir para mi. Cuando ya aclaró logré percibir que las carreteras son como la Ruta 5 Sur en los años 90 : una pista dirección norte, una pista dirección sur. Es todo. Si hay camiones delante tuyo: cagaste. 

A eso le sumamos que el bus se detuvo en todos los benditos pueblos en dirección a Cluj, no los anoté todos, pero de seguro no hay una línea recta hacia el norte, sino una serpeteante que se hace espacio entre la geografía rumana: carpatos y toda macro o micro forma que se puedan imaginar. Similar a la vía férrea que hace que el mismo viaje de Bucarest a Cluj dure 12 horas (¡pánico otra vez!). 

He ahí el primer choque, los tiempos de viaje entre ciudades, la interconectividad del país. Acá se usa harto el tren, el bus, el auto, ponerse de acuerdo con gente, y el avión. Sí, en el último caso se da mucho eso de comprar pasajes "low cost", algo que está entrando de a poco al mercado de aerolíneas chileno (ojalá resulte bien, porque de verdad ahorra tiempo y esperemos que lucas). 

La verdad es que desde que llegué aquí hay muchas cosas que me han chocado de este país, sin embargo la idea de la Carmela en Europa es precisamente compartir estas experiencias que en muchos casos son entretenidas, en otros no tanto. En otro momento me encantaría detenerme a contarles un poco más acerca del transporte público rumano y su funcionamiento. Como lo mencioné en párrafos anteriores, espero que este fanatismo exacerbado por todo lo bueno de Chile se vaya pasando, según mis lecturas ñoñas forman parte de un proceso de adaptación a la nueva cultura y es inevitable caer en comparaciones. 

La revedere! (nuestra frase de despedida favorita con mi colega, fue la primera que aprendimos y aplicamos cuando nos sumergimos en cuanta tienda second hand encontramos en el centro)







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